«Érase una vez, una importante construcción que se levantaba imponente sobre la calle 32, en pleno Centro Histórico de la ciudad de Barranquilla. Allí estaba ubicado el Banco Dugand, entidad que le daba el nombre a la construcción, fundada hace más cien años por el francés José Víctor Dugand. Y digo ‘érase una vez’ porque parece sacado de un cuento que durante mucho tiempo una edificación con tanta riqueza patrimonial y arquitectónica, estuviera sumergida en el ruido del centro y fuera imperceptible a los ojos de caminantes circunstanciales e ignorada por el gobierno de turno. Y es que parece un cuento desarrollado en el Centro Histórico de Barranquilla; en pavimentos colmados con el rebusque revestido en puestos de trabajos humeantes por la temperatura y cargados, unas veces por comidas, y otras, por ventas esporádicas, de acuerdo a la temporada comercial. Sus aceras congestionadas por el abrumador sonido de las cornetas de los automóviles que se abren paso en medio de los buses, y que de manera abrupta se mezcla con los gritos de quienes venden y el silencio de quienes pasan, se convierte en la bienvenida de la edificación que está ahí, opaca por el tiempo. Es el Banco Dugand. Pocos lo conocen, muchos lo transitan, y solo unos cuantos lo ven. En plena calle 32 con carrera 43, ocho columnas agrupadas en pares son las que avisan que se está frente a una construcción cargada de historia. La edificación fue concebida en 1907, bajo los preceptos de Víctor Dugand y la disposición artística del aquel entonces, arquitecto e ingeniero jamaiquino, Leslie Arbouin. La edificación fue construida con los ideales coloniales de la época, pero solo en 1819, cuando el país daba el primer paso a la “Nueva Era”, apartados del dominio español, decidieron marcar su identidad en cuanto a la arquitectura, logrando así su caracterización como República Independiente. Y justo ahí, en esa etapa, reconstruyeron el antiguo Banco Dugand, esta vez, republicano de cimientos a techos. Sus imponentes columnas y la construcción en general, marcan una pauta para lo que hoy somos. La representación del ser colombiano: fuerte y valeroso. En su interior, grandes columnas sostienen dos pisos, que se visualizan desde que se da el primer paso dentro de la edificación. Sus paredes son labradas con finos detalles dorados que contrastan con el fondo blanco que predomina a lo largo y ancho del lugar. Atrás, cuelgan pancartas que ilustran a los foráneos acerca de la historia de la edificación y que al tiempo funciona de telón para ocultar lo que un día fue la caja fuerte del banco. Hoy, después de mucho tiempo, se enfrenta a la restauración. Sus muros han recobrado el brillo característico del siglo XX, y así, poco a poco vuelve a lo que un día fue: una joya arquitectónica, está vez restaurada por el arquitecto Ignacio Consuegra Higgins.» Texto extraído el 17 de abril de 2023 de: https://www.regioncaribe.org/post/%C3%A9rase-una-vez-en-el-banco-dugand
Pintar imaginando el pasado

Pretendí con esta Acuarela recrear un escenario de los años 30 con el Banco Dugand de fondo. De ahí la vestimenta, las poses y el auto. Empezamos con la estructura, el dibujo.

Seguí con las primeras aguadas, se dejó en blanco la puerta principal y sus columnas laterales, buscando darle prioridad a la entrada, se oscureció con azul un tanto el resto.

Ahora a detallar el frontón y dar sombra a la parte inferior de la losa y al muro de fondo.

Aquí resalto las columnas extremas oscureciendo el muro de fondo y empezando a detallar los ventanales.

Continué con el detalle en la puerta de entrada y en la parte inferior de las columnas. Ya era hora de empezar a recrear el escenario con los personajes de los años 30.

Ahora el auto de la época.

Y para terminar algo de detalle en las personas y la calle.
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