De los ejercicios más imprescindibles para pintar o dibujar tenemos el apunte. Es un dibujo rápido, boceto o sketch de escenas de la vida real, que capacitan en la resolución de figuras humanas y otros objetos cotidianos. Se pueden realizar con lápiz, pincel, bolígrafo o pluma. Yo prefiero la pluma a tinta, me obliga a trabajar con seguridad, sabiendo que si me equivoco no hay posibilidad de volver atrás.

Generalmente dibujo personas en su cotidianidad: caminando, esperando, descansando o disfrutando. En el apunte se toma lo que se necesita, podemos sintetizar, interpretar, aumentar, disminuir y suprimir entre otros. Van Gogh le decía a su hermano Theo: «Dibujar esbozos es como sembrar, para recoger después cuadros». El apunte es un ejercicio dinámico que renueva y afirma la capacidad de dibujar.

La importancia del apunte radica en la capacidad de percibir las estructuras, interpretarlas y representarlas según el criterio del artista. Particularmente, en ese ejercicio me enfoco en los bordes y aristas de los objetos percibidos para después bocetarlos resaltando los detalles o la luminosidad.