Disfrutando de la caminata de mi cuerpo por los manglares y playas en Cartagena, dejándome impresionar de la textura de la tierra húmeda, su olor, el sonido del viento acariciando mi piel, además, la exquisitez visual de los manglares asomándose en la arena extendiéndose en la playa, al mismo tiempo, percibir al agua saliendo de la tierra, proyectarse al infinito y fundirse en el cielo en una danza perenne de azules; a la vez, la cúpula celeste venirse sobre mí envolviéndome en una atmósfera que me hacía sentir parte del todo y como que también el todo era mío.
¡Cuando de pronto!: Distinguir ese chico echado sobre la arena, sólo en el paisaje, plácido, tranquilo y contemplador; en ese instante me identifiqué con él. Desde la distancia me quedé quieto, me acerqué a él a través de mi vista para no interrumpir su estar, lo contemplé a él y su entorno que era el mío durante un largo rato, hasta que se movió, cambió su posición, se levantó y se fue.
Con la retención en mi memoria visual de ese escenario percibido tan significativamente para mí, impulsivamente saqué mis acuarelas para pintar tan bella escena. El resultado en la siguiente imagen, trabajé lo más rápido posible, evité enfocarme en los detalles, sólo en su esencia, en lo que mi sensibilidad y percepción captó.

Estar sensible a la Vida nos permite disfrutarla y vivir con intensidad los momentos que consideramos significativos. Particularmente considero de crucial importancia el sentir, el oler, el palpar, el saborear, sentir el cuerpo, el oír, el ver, el percibir o dejarse impresionar; es la entrada a nuestro mundo interior. Desplegar la Sensibilidad siendo conscientes de ello, nos permite instaurar una Conciencia Perceptiva.
Para finalizar, ser sensible a las manifestaciones de la vida no es un acto banal, sino una forma de trascender. Cada color, sabor, sonido y textura que percibimos es un puente hacia nosotros mismos y hacia lo que compartimos con el mundo. Al contemplar, encontramos no solo la belleza en lo externo, sino también la esencia que llevamos dentro. Vivir con sensibilidad es recordar que la vida, en cada pequeño momento, es un arte.
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